|       FUENTES COMUNES DE EXPOSICIÓN | 
    Las fuentes de   exposición a los alergenos animales varían de acuerdo con las especies de   animales. Por ejemplo, los alergenos más importantes han sido encontrados en   la orina de ratas y en la orina, saliva y en la piel de los conejillos de   indias (cobayas) [Chan-Yeung and Malo 1994]. La orina de las ratas contiene   cantidades significativas de una proteina que también se encuentra en las   muestras de polvo de los sistemas de ventilación de instalaciones que   albergan animales [Bardana 1992]. Otras fuentes importantes de exposición a   los alergenos son la piel de conejos, la saliva y la caspa de los gatos, la   caspa de los perros y el suero y la caspa de los caballos [Bardana 1992].
  La exposición a   ratas, ratones y conejos ha sido relacionada frecuentemente con la aparición   del asma ocupacional. También se ha informado sobre especies diferentes a   los mamíferos que causan síntomas respiratoriosCpor ejemplo, varios tipos de   insectos y de ranas (que son comúnmente utilizadas en los salones de clase)   [Bardana 1992]. Se ha asociado la exposición a los pájaros con otras   enfermedades respiratorias, entre ellas, la neumonitis por hipersensibilidad   [Parker et al. 1992]. Una persona que se vuelve alérgica a una especie de   animales puede también tener reacciones a otras especies. Aun una exposición   baja a estas fuentes comunes de alergenos animales puede ocasionar alergias,   pero el riesgo aumenta a medida que se incrementa la exposición del   trabajador. [Hollander et al. 1997].
   |    TIPOS    DE PERSONAS QUE TRABAJAN CON ANIMALES QUE ESTÁN EN RIESGO | 
    Tal parece que   todas las personas que trabajan con animales están en riesgo de resultar con   síntomas de alergias relacionadas con el trabajo. Sin embargo, los   trabajadores que tenían síntomas o signos de alergias antes de que empezaran   a trabajar con animales tienen más probabilidades de contraer asma inducida   por animales [Beckett 1994; Chan-Yeung y Malo 1994]. Los trabajadores   alérgicos, en particular los que están sensibilizados a animales domésticos   como gatos y perros, tienen más probabilidad de adquirir sensitividad a los   animales de laboratorio y asma que los trabajadores que no son alérgicos   [Bryant et al. 1995].
  Los estudios   hechos de trabajadores expuestos a los animales relacionan muchas   ocupaciones con un riesgo mayor de contraer asma y otros síntomas   respiratorios [Lutsky et al. 1985; Zejda et al. 1993; Zuskin et al. 1992a,b;   Bar-Sela et al. 1984]. Entre estas ocupaciones se encuentran los   trabajadores de laboratorios de animales, veterinarios, criadores de   animales, trabajadores de la industria de la confección y trabajadores de   caballerizas. Los riesgos relacionados con algunas de estas ocupaciones   están delineados a continuación.
    Trabajadores de laboratorios de animales
  Los trabajadores   están expuestos a los animales de laboratorio en la industria farmaceútica,   en laboratorios de universidades, en unidades de investigación y en   instalaciones para la reproducción de animales [Chan-Yeung and Malo 1994].   La mayoría de reacciones a la exposición en estas instalaciones está   relacionada con animales pequeños como por ejemplo roedores. También se ha   informado de reacciones relacionadas con primates, gatos, perros y animales   domésticos de granja [Lincoln et al. 1974].
  El contacto con   los animales ocurre durante la alimentación, la limpieza, la aplicación de   dosis, el sacrificio, la cirugía y la recolección de fluídos corporales, la   medición y el transporte entre instalaciones [Harries and Cromwell 1982].   Los trabajadores están expuestos a la caspa animal, al pelo, a la orina, a   la saliva, a los tejidos y al suero [Harries y Cromwell 1982].
  La alergia   relacionada con animales constituye uno de los peligros para la salud más   importantes que enfrentan los trabajadores de los laboratorios de animales   [Newman-Taylor and Gordon 1993]. Las encuestas de salud de personas que   trabajan actualmente en laboratorios de animales indican que hasta el 56%   están afectadas por alergias relacionadas con animales [Aoyama et al. 1992;   Bardana 1992; Bryant et al. 1995; Hunskaar and Fosse 1993; Kibby et al.   1989; Lutsky et al. 1985; Newill et al. 1986; Zejda et al. 1993]. En una   encuesta de 5,641 trabajadores de 137 instalaciones que albergan animales,   el 23% tenía síntomas alérgicos relacionados con los laboratorios de   animales. De los trabajadores que tenían síntomas, el 82% tenía síntomas   nasales o de los ojos, el 46% tenía problemas de la piel y el 33% tenía   asma. Estas cifras no incluyen personas que ya no trabajaban en esa área   porque se enfermaron y no pudieron continuar trabajando.
    Veterinarios y técnicos veterinarios
  Se ha observado   un incremento de la prevalencia de asma, infecciones respiratorias y   enfermedades obstructivas de los pulmones entre los veterinarios. Las   personas que trabajan con animales grandes parecen tener menos problemas con   asma y alergias que las personas que trabajan con animales pequeños [Lutsky   et al. 1985].
    Criadores de animales
  La rinitis y el   asma ocupacional son efectos reconocidos de trabajar con animales de cría   como ganado, cerdos, ovejas y cabras. Se ha visto que los criadores de   cerdosCen particular, aquellos que trabajan en áreas confinadas de gran   tamaño con insuficiente ventilaciónCpresentan jadeo y tos crónica [Zejda et   al. 1993; Zuskin et al. 1992b].
    Trabajadores de la industria de la confección
  Los trabajadores   de la industria de la confección pueden tener reacciones alérgicas a la piel   y pelaje así como a los textiles hechos de productos animales como lana,   cachemira, alpaca, vicuña y mohair [Bardana 1992].
    Trabajadores a cargo de caballos
  La exposición a   los caballos presenta un riesgo para los trabajadores de la agricultura, los   agentes de policía montada y los ayudantes de hipódromos y establos.
    La exposición a   los alergenos de animales transportados por el aire puede ocasionar   inicialmente irritación nasal, de los ojos y de la garganta así como   urticaria en la piel [Ohman 1978; Lincoln et al. 1974]. Casi el 50% de los   trabajadores que tienen estos síntomas empiezan a presentar síntomas de asma   como episodios recurrentes de tos, jadeo, presión en el pecho y dificultad   para respirar [Bardana 1992]. Usualmente, los síntomas nasales aparecen   primero; el asma ocupacional sin síntomas nasales no es común. Una vez que   la persona se ha sensibilizado a los animales, los síntomas de las alergias   pueden presentarse a sólo unos pocos minutos de la exposición o pueden   demorarse en aparecer hasta 8 horas o más. En casos graves, pueden   presentarse reacciones anafilácticas (entre ellas el shock), aunque esto es   de muy rara ocurrencia.
  Los síntomas de   asma pueden presentarse por primera vez mucho después de que la persona ha   empezado a trabajar con animales. La alergia a los animales de laboratorio   usualmente ocurre dentro de los 36 meses siguientes al inicio de la   exposición y en la mayoría de los casos se genera después de los 6 a los 36   meses de la exposición. Los trabajadores a cargo de animales que no se   vuelven alérgicos después de 3 años de exposición tienen menos   probabilidades de presentar el problema después de largas exposiciones. [Aoyama   et al. 1992]. Sin embargo, un estudio de 16 trabajadores de aves de corral   con síntomas de asma y rinitis mostró que la aparición de los síntomas puede   demorar hasta 10 años [Bar-Sela et al. 1984].
  Después de que   acaba la exposición, los síntomas nasales y de los ojos desaparecen a menudo   al corto tiempo, pero los síntomas de los pulmones tienden a persistir   [Newman-Taylor and Gordon 1993]. En el caso de los trabajadores de aves de   corral, los síntomas nasales y el asma fueron persistentes aún después de   que los trabajadores afectados dejaran de trabajar en la granja avícola   [Bar-Sela et al. 1984].
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Fte: NIOSH 
 
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