1. INTRODUCCIÓN
El término “competencia” tiene muchas acepciones. Una
de las más claras y vigentes en el ámbito laboral es la
dada por Hager (1995), que conjuga los “conocimientos
y habilidades, sin olvidar las actitudes, para un desempeño exitoso en el trabajo”. Pero ello no es suficiente. Se
hace imprescindible integrar en toda actividad el espíritu
de “mejora continua” para que el concepto “competencia”
adquiera su verdadero significado en un proceso abierto
al aprendizaje permanente que ha de favorecer el crecimiento personal y profesional. Uno no debiera conformarse con su desempeño habitual por aceptable que pudiera
parecer, sin situarse en un proceso abierto y reflexivo
buscando siempre con profesionalidad la mejor manera
de hacerlo. Es ese ir más allá de lo normalmente esperado, en esa búsqueda incesante por descubrir lo que aún
no está a nuestro alcance, lo que aún no sabemos, lo que
puede aportar un especial valor y significado a nuestro
trabajo; en fin, lo que hace que éste pueda llegar a ser
excelente, disfrutándolo. Pero la satisfacción no surge de
manera espontánea, requiere de concentración, esfuerzo
y perseverancia en la búsqueda de nuevos logros.