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Septiembre 2016
La incidencia es de 300 casos al año por
millón de personas
El asma relacionado con el trabajo
(ART), que incluye el asma ocupacional (AO) y el asma agravado por el trabajo
(AAT), representa un problema de salud importante debido a su elevada
morbilidad aguda, la discapacidad a largo plazo y sus repercusiones socioeconómicas
y médico-legales.
El asma ocupacional es la enfermedad
ocupacional respiratoria más frecuente y el riesgo atribuible a la exposición
laboral es del 10 al 25 por ciento de los casos, equivalente a una incidencia
de 250 a 300 casos por millón de habitantes al año. Los factores de riesgo más
importantes para el desarrollo de asma ocupacional son el grado y la duración
de la exposición a los agentes responsables. Asimismo, existen otros factores
que también han sido relacionados como actores de riesgo. Entre ellos destacan
la predisposición genética del paciente, la atopía o alergias, la presencia de
rinitis o conjuntivitis ocupacional, el consumo de tabaco y el sexo del
trabajador.
"En mujeres, la mayor prevalencia
de casos de asma ocupacional se encuentra en aquellas expuestas a productos de
limpieza, persulfatos, alérgenos biológicos y fibras textiles. Al contrario de
los hombres dónde el mayor número de casos se concentra en la exposición a
harinas, fibras minerales, soldaduras y disolventes", afirma Isabel
Urrutia, neumóloga y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía
Torácica (Separ).
Urrutia realizó una revisión de los
factores de riesgo, prevalencia, detección y tratamiento de esta enfermedad
respiratoria en el curso 'Asma Ocupacional' realizado durante el 49º Congreso
Nacional de Separ, celebrado en Granada.
"Las personas con antecedentes
familiares de alergias son más propensas a desarrollar asma ocupacional, en
particular a algunas sustancias como la harina, los animales y el látex. Cabe
destacar, que incluso sin antecedentes médicos es posible desarrollar esta
enfermedad si existe exposición a las condiciones que la inducen. La asociación
del tabaco como factor de riesgo de asma ocupacional se ha demostrado que
depende del tipo de agente contaminante", añade.
Los irritantes en altas dosis que
inducen al asma ocupacional incluyen el ácido hidroclórico, el dióxido de
azufre o amoniaco, especialmente utilizados en las industrias de petróleo o
productos químicos, incluso en la pintura en aerosol, la instalación de
aislamientos y en la fabricación de plásticos, goma y espuma. Estos productos
químicos pueden causar asma en hasta un 10% de los trabajadores expuestos.
"La exposición a estas sustancias
químicas en concentraciones altas puede desarrollar disnea, tos y sibilancias
inmediatamente que empeoran en el trabajo y mejoran fuera del mismo. Los
trabajadores que ya tienen asma o otros trastornos respiratorios también pueden
experimentar un aumento de sus síntomas durante la exposición a estos agentes
irritantes", asegura Urrutia.
Aún con su elevada prevalencia, el asma
es una enfermedad altamente infradiagnosticada debido a las dificultades que
plantea su detección. Su diagnóstico requiere demostrar la existencia de asma y
seguidamente, confirmar la relación con el medio laboral. En algunas ocasiones,
los trabajadores abandonan el empleo sin ser diagnosticados y en otras
continúan trabajando en silencio por temor a perder el empleo.
"Una de las mayores dificultades es
que una vez se confirma el diagnóstico de asma ocupacional por una sustancia
sensibilizante es imprescindible que el paciente cese por completo la
exposición a dicha sustancia, por lo que este debe abandonar el puesto de
trabajo que le afecta a su salud. Cabe destacar que la utilización de
protectores respiratorios, como mascarillas o respiradores, es generalmente
ineficaz ya que incluso a exposiciones muy bajas se pueden desencadenar crisis
de asma", explica Urrutia.
En este sentido, es importante que el
paciente diagnosticado con asma ocupacional esté correctamente informado de su
condición y que reciba el tratamiento farmacológico adecuado, en función de la
gravedad del asma según las pautas establecidas en las guías de manejo, como en
la Guía Española para el Manejo del Asma (GEMA).
"Los especialistas asistenciales
debemos potenciar la formación en asma ocupacional con el fin de mejorar los
índices de prevalencia, así como difundir y concienciar a la población de los
síntomas principales y las posibles complicaciones que conllevan, especialmente
en aquellos trabajadores que desarrollan actividades profesionales de
riesgo", concluye.
Fuente: Diario Médico
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