Hasta que 1950, el término “vigilancia” estaba restringido en la práctica de salud pública para vigilar los contactos de las personas con enfermedades transmisibles graves como la viruela, con el objetivo de detectar los primeros síntomas y procurar el aislamiento inmediato.
En 1963, Alexander Langmuir limitó el uso del término “vigilancia” a la recolección, el análisis y la difusión de los datos. Langmuir, el epidemiólogo principal en los CDC por más de 20 años, efectuó las contribuciones centrales a la vigilancia de la salud pública que definieron en último término la práctica actual en todo el mundo.
El Director de División de la OMS, Karel Raska, definió a la vigilancia mucho más ampliamente que Langmuir, definiéndola como “el estudio epidemiológico de la enfermedad como un proceso dinámico”. Utilizando la malaria como referencia, Raska previó la vigilancia epidemiológica abarcando al control y a las actividades de prevención.
En 1968, la 21a Asamblea Mundial de la Salud se centró en la vigilancia nacional y mundial de las enfermedades transmisibles, aplicando el término a las enfermedades mismas en lugar del seguimiento de las personas con enfermedades transmisibles. La Asamblea que contó con delegados de aproximadamente 100 países, aprobó el documento de trabajo, y las discusiones sobre la vigilancia nacional y mundial de las enfermedades transmisibles e identificaron tres características principales de la vigilancia que Langmuir había descrito en 1963
a) la colección sistemática de datos pertinentes
b) la consolidación ordenada y evaluación de estos datos.
c) la difusión inmediata de los resultados a los que lo necesitan en
particular a quienes están en posición de tomar medidas.
Las discusiones de la Asamblea Mundial de la Salud de 1968 reflejaron la ampliación de los conceptos de la “vigilancia epidemiológica” y abordaron la aplicación del concepto a los problemas de salud pública diferentes de las enfermedades transmisibles. Además, la vigilancia epidemiológica se dijo, implica “...la responsabilidad del seguimiento para ver que se haya tomado una acción eficaz”. Desde entonces, otros eventos de salud, como la intoxicación por plomo, la leucemia, las malformaciones congénitas. los abortos, las lesiones y los factores de riesgo conductuales se han colocado bajo vigilancia.