Observamos que ocurrido un accidente del trabajo grave y
especialmente en el caso de los fatales, surge en la empresa un súbito interés
por la salud y seguridad de los trabajadores. Las charlas son más enérgicas,
los controles más duros y las reuniones de trabajo en la dirección de seguridad
de la empresa más seguidos.
No es fácil dimensionar los efectos de los accidentes del
trabajo. No solo son causa de enormes pérdidas materiales y de personas,
también hay otras más ocultas y de menor
visualización, pero, son consecuencias
reales y dolorosas.
Observamos que ocurrido un accidente del trabajo grave y
especialmente en el caso de los fatales, surge en la empresa un súbito interés
por la salud y seguridad de los trabajadores. Las charlas son más enérgicas,
los controles más duros y las reuniones de trabajo en la dirección de seguridad
de la empresa más seguidos. Todo ello conduce al colectivo a vivir momentos
febriles provocando reacciones estresantes en los mandos las que del mismo modo
llegan a los trabajadores. Se sabe muy
bien que entre los resultados de las grandes catástrofes y desastres, sea en
las escuelas, en el tráfico, en la vida social como los eventos provocados por
atentados terroristas o los que ocurren en el trabajo, son por su propia
naturaleza acontecimientos que en si mismo constituyen el origen o causa de
preocupaciones que en su gravedad corresponden o manifiestan una proporcionalidad
directa. Es decir, entre más traumático es el siniestro, mayor es el nivel de
estrés que provoca en el colectivo. Así ocurrió luego del derrumbe de la Torres
Gemelas y últimamente ha ocurrido en el tiroteo que dejó un resultado de catorce o quince cadáveres. Si observamos, la
forma en que ocurrieron también podemos obtener resultados sobre el impacto en
la población. En el primer caso respecto de las aero naves de pasajeros que se
aproximan a la ciudad afectada y en el segundo el temor a los desconocido y a
la sensación de estar siempre bajo la mira de un asesino ¿cuál temor es más
terrible?.
Las
consecuencias psicológica-social que provocan en la población o en los grupos
menores es muy importante, porque sea o no de origen terrorista el siniestro
siempre va a provocar un grado de paralización en las personas, derivado este
de no tener repuesta inmediata a saber la causa del hecho, sus alcances y si
violenta o amenaza su espacio de seguridad personal o familiar.
Si tenemos como patrón estos factores, podremos comprender
con facilidad que en el ámbito cerrado y más cercano de una empresa, en
que las faenas generalmente tienen un nivel de permanencia
que permite conocer al trabajador cercano o con el que se comparte
instrucciones o tareas, nos percatamos que un siniestro, como uno de los que
ocurre diariamente en el sector productivo sea en el tráfico, incendios –me
recurso el ocurrido en los cerros de Valparaíso, que causó alarma nacional – o
la caída mortal de un trabajador, son hechos que conmueven el colectivo y, aún
cuando las empresas se encuentran legal y económicamente preparadas (digo en
las grandes empresas) para soportar el impacto, no lo es menos que en el plano
individual la situación es distinta, desde que el trabajador debe asumir su
propio temor y la empresa aún no se encuentra preparada para responde a la
rehabilitación psicológica o, lo que es peor, no le importa. Aún, cuando se
conoce el resultado de ellas en cuanto producen un alto grado de indefensión y
desestabilización de la armonía interna de las personas. Recuerdo una situación
en una empresa siderúrgica de mi zona, en la que un trabajador ingresó a un
foso que aún tenía residuos de argón, y
lo hizo violentando todas las normas básicas de u8na faena peligrosa, pues se
trataba de un espacio confibado de alta peligrosidad por el elemento que se
encontraba presente: lo hizo sin haber medido previamente el nivel de gas
existente; sin equipo de respiración independiente; sin ayuda de un compañero
de trabajo. Ello trajo como consecuencia que el trabajador se desmayara
producto del gas que respiraba. Otro trabajador que lo vio en ese peligro
inminente dio aviso y corrió a reanimarlo, pero, igualmente sin protección ni previsión alguna. Pero, ello no es todo,
finalmente un tercero pretendió socorrerlos corriendo al final la misma suerte.
Este hecho y la investigación interna y judicial que sobrevino, puso a los
trabajadores de todo ese departamento en situación de grave estrés, sin
perjuicio que toda la empresa hizo del evento un tema de preocupación por largo
tiempo, dejando a un lado cuestiones esenciales como lo es la prevención y el
trabajo seguro. Ello, porque las interrogantes de ¿cómo ocurrió? ¿porqué
ocurrió? ¿Quién es responsable? Se convirtieron en el life motiv de esos trabajadores
por muchos meses.
Ello, para
un psico-sociólogo laboral puede tener una respuesta científica, pero, lo claro
es el accidente con resultado de tres fallecidos implica una desconfianza de
los métodos de trabajo y de la seguridad, perturbando en esos trabajadores el
sentido de seguridad de la vida en comunidad al menos durante la jornada
laboral. Asimismo, el siniestro ataca el sentido de la vida, demostrando que
esta es leve y delicada, tanto que cualquier evento y en cualquier instante puede cortarla con extrema
facilidad. En este momento toda forma de confianza, en el trabajo, en la
sociedad, en la forma de conducirse, en el colectivo, se ha deteriorado, sino,
perdido.
Establecido como lo hemos hechos que los siniestros atacan la psiquis
humana, debemos concluir, asimismo, que a continuación del impacto causado por
el evento y en el plazo más corto una vez que se ha asumido el hecho como
maligno o perverso para la vida y la salud, los individuos, en este caso los
trabajadores, sufren efectos psico-patológicos de gravedad que indudablemente
van a causar consecuencias somáticas y también y en primer lugar afectará la
salud mental de quienes sufrieron el impacto. Ocurrido un siniestro de gravedad
inmediatamente los trabajadores van a sufrir una vuelta a su propio interno,
por lo que estarán cabizbajos, retraídos, irritables, tristeza y hasta un grado
de culpabilidad cuando se interrogue a si mismo respecto porqué no se hizo nada
para evitar el siniestro. En especial los trabajadores sufrirán una pérdida real
y efectiva de encontrar felicidad o agrado en la realización de su trabajo.
Esto debe ser un asunto claro para un gerente inteligente que desee recuperar a
sus trabajadores en un cien por ciento.
Desde otro
punto de vista, el trabajador va a comprometer su vida de hogar, incluso su
vida de pareja, desde que le atacarán varios efectos indeseables como el
insomnio, dolores de cabeza, hiper-activación. También perderá las ganas de comer en relación a lo
que tenía antes del evento y ciertamente la pérdida del apetito sexual. Hay
permanentemente una respuesta interna, especialmente cuando el evento ha
causado ruido, como explosiones, derrumbes, etc, ya que en este caso el
trabajador despertará sobresaltado o exageradamente frente al golpe de una
puerta que se cierra de súbito.
Se
recomienda que los niveles gerenciales
en recursos humanos puedan y deban atender estas situaciones, pues, el grado de
estabilidad que se logre en cada uno de los trabajadores afectados por el
trauma, también se logrará la estabilidad en una producción segura. De lo
contrario se dará razón al mito que corre entre los trabajadores, que una
desgracia atrae a la otra y la cadena no se termina sino en la tercera. Ello
tiene un acierto científico, pues, como se dijo, los siniestros desmoralizan y desestabilizan a
las personas y tienen razón los trabajadores cuando señalan que en estas
circunstancias no solo es un accidente grave el que va a ocurrir, sino, que se aproximan otros,
no por mala suerte o por mito, sino, porque se ha continuado laborando con
trabajadores que psicológicamente se encuentran dañados y obviamente están
propensos a los accidentes.
Implica esto, que ocurrido un
accidente, la dirección de la empresa, especialmente el departamento ocupado de
las personas, deben tomar cartas en el asunto y precaver que todos y cada uno
de los trabajadores que sufrieron el siniestro o estuvieron en su proximidad,
deben ser sometidos a un análisis psicológico laboral.
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