martes, 5 de diciembre de 2017

El uso de Marcadores Biológicos en Salud Ocupacional

Marcadores Biológicos,Salud Ocupacional


El uso de marcadores biológicos, como los niveles hemáticos de plomo o las pruebas de la función hepática, no es una novedad en la epidemiología del trabajo. Sin embargo, la utilización de técnicas moleculares en los estudios epidemiológicos ha permitido el uso de biomarcadores para evaluar la exposición en los órganos diana, determinar la sensibilidad y establecer un diagnóstico precoz de las enfermedades. Los posibles usos de los biomarcadores en el contexto de la epidemiología del trabajo son: 
• evaluación de la exposición cuando las herramientas epidemiológicas tradicionales resultan insuficientes (particularmente en el caso de dosis y riesgos de pequeña magnitud) • determinación del papel etiológico de sustancias o agentes químicos individuales en exposiciones múltiples o mixtas 
• estimación de la carga total de la exposición a sustancias químicas con el mismo mecanismo de acción 
• investigación de mecanismos patogenéticos
• estudio de la susceptibilidad individual (p. ej., polimorfismos metabólicos, reparación del ADN) (Vineis 1992) 
• clasificación más exacta de la exposición y/o la enfermedad, aumentando así la potencia estadística. 

Estas aplicaciones han suscitado un gran entusiasmo en la comunidad científica pero, como ya se ha comentado antes, la complejidad metodológica del uso de estas nuevas “herramientas moleculares” debe precavernos contra un optimismo excesivo. Los biomarcadores de las exposiciones químicas (como aductos de ADN) presentan algunas limitaciones: 

1. En general reflejan exposiciones recientes y, por consiguiente, tienen un uso limitado en los estudios de casos y controles; en los estudios de cohortes, requieren muestreos repetidos durante largos períodos de tiempo. 
2. Aunque tengan una elevada especificidad y reduzcan los errores de clasificación de la exposición, la interpretación de los resultados sigue siendo difícil. 
3. Cuando se investigan exposiciones químicas complejas (p. ej., contaminación atmosférica o humo ambiental del tabaco), el biomarcador puede reflejar un componente particular de la mezcla que no es el mismo que produce el efecto biológico. 
4. En muchas situaciones, no se sabe si el biomarcador refleja la exposición de interés, una variable correlacionada con la exposición de interés, la susceptibilidad individual o los primeros estadíos de la enfermedad, limitando así la inferencia etiológica. 
5. El uso de la mayoría de los biomarcadores exige una prueba costosa, un procedimiento invasivo o ambas cosas, condicionando así el tamaño y la potencia estadística del estudio. 6. Un biomarcador de la exposición no es más que un sustituto del objetivo real de una investigación epidemiológica que, por regla general, se centra en una exposición ambiental evitable.

Más importante incluso que las limitaciones metodológicas es el riesgo de que las técnicas moleculares desvíen nuestra atención de la identificación de riesgos en el medio ambiente exógeno, a la identificación de personas en situación de alto riesgo y, seguidamente, a la evaluación personalizada del riesgo midiendo el fenotipo, la carga de aductos y las mutaciones adquiridas. Como nos ha advertido McMichael, nuestra atención se centraría en una forma de evaluación clínica que poco tiene que ver con una evaluación propia de la epidemiología de la salud pública. 

El hecho de centrar nuestra atención en las personas podría distraernos del importante objetivo de salud pública: la creación de un medio ambiente menos peligroso. 

El uso de biomarcadores plantea otras dos cuestiones importantes: 

1. El uso de biomarcadores en la epidemiología del trabajo debe ir acompañado de una política clara en lo que se refiere al consentimiento del interesado. El trabajador puede tener distintas razones para negarse a cooperar. Una razón muy práctica es, por ejemplo, que la identificación de una alteración en un marcador dé la respuesta precoz, como el intercambio de cromátidas hermanas, implica la posibilidad de que dicho trabajador sea discriminado por las entidades aseguradoras y las empresas por su mayor propensión a la enfermedad. Una segunda razón hace referencia a la detección genética. Puesto que la distribución de los genotipos y fenotipos varía según el grupo étnico, las oportunidades profesionales para las minorías pueden verse perjudicadas por la detección genética. En tercer lugar, pueden existir dudas sobre la capacidad predictiva de las pruebas genéticas. El valor predictivo depende de la prevalencia de la enfermedad que la prueba intenta detectar, de manera que si la enfermedad es poco frecuente, el valor predictivo será pequeño y la utilidad de la prueba de detección será cuestionable. Hasta ahora, ninguna de las pruebas de detección genética se ha considerado aplicable en la práctica 
2. Antes de utilizar los biomarcadores, deben establecerse los principios éticos. Un equipo de trabajo interdisciplinario de la Oficina Técnica de la Confederación Europea de Sindicatos, con el apoyo de la Comisión de las Comunidades Europeas , ha evaluado estos principios en el caso de los biomarcadores utilizados para establecer la susceptibilidad individual a enfermedades. Su informe ha corroborado la opinión de que este tipo de pruebas deben realizarse sólo con la finalidad de prevenir enfermedades en la población activa. 

Entre otras consideraciones, estas pruebas no deben nunca utilizarse para: 
• Seleccionar a los que tienen una mayor capacidad física para el trabajo; 
• Evitar la adopción de medidas preventivas, como la identificación y eliminación de los factores de riesgo o la mejora de las condiciones en el lugar de trabajo. 
• Crear, constatar o aumentar las desigualdades sociales. 
• Aplicar en el lugar de trabajo unos principios éticos diferentes a los que deben defenderse en una sociedad democrática. 
• Obligar a la persona que solicita empleo a revelar más datos personales que los estrictamente necesarios para conseguir el puesto de trabajo. 

Finalmente, cada vez existen más evidencias sobre la considerable variación de la activación o inactivación metabólica de las sustancias peligrosas (y en particular de los cancerígenos) en las poblaciones humanas, dependiendo en parte de factores genéticos. Además, la variabilidad de la sensibilidad individual a los cancerígenos puede ser especialmente importante con pequeños niveles de exposición profesional y ambiental (Vineis y cols. 1994). Estas observaciones pueden influir mucho en las decisiones normativas que centran el proceso de evaluación de riesgos en los más susceptibles 

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Fte: Enciclopedia OIT

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