No
existe una definición única de nanopartícula aunque la mayo ría de autores
convienen que las nanopartículas son porciones de materia diferenciadas
del medio donde se encuentran y cuya longitud, al menos en una de sus dimensiones está entre 1 y 100 nm. A partir de
esta definición las nanopartículas pueden clasificarse en las tres
grandes categorías que se comentan a continuación.
Nanopartículas de origen natural
Algunas son de origen biológico, como por ejemplo muchos virus y
bacterias y otras son de origen mineral o medioambiental como
las que contiene el polvo de arena del desierto o las nieblas y humos derivados
de la actividad volcánica o de los fuegos forestales.
Nanopartículas generadas por la actividad humana
Las nanopartículas consecuencia de la actividad humana pueden ser
generadas de forma involuntaria o deliberada.
Las nanopartículas producidas de forma involuntaria son las que se producen en ciertos procesos industriales bien
conocidos, tales como la pirolisis a la llama del negro de carbono, producción
de materiales a gran escala por procedimientos a altas temperaturas (como
el humo de sílice, partículas ultrafinas de óxido de titanio y metales
ultrafinos), procesos de combustión (diesel, carbón), obtención de
pigmentos, o en procesos domésticos (barbacoas, humos de aceite).
Las nanopartículas generadas deliberadamente se producen mediante las
llamadas nanotecnologías. Los métodos para la obtención de nanopartículas son,
a grandes rasgos, de dos tipos: los llamados “top-down”, en los que se llega a nanomateriales sometiendo
materiales convencionales a diversos procesos y los “bottom-up”
en los que se construyen nanopartículas a partir de átomos o
moléculas. Son ejemplos de ellas las derivadas de la arcilla para reforzar
y aumentar la resistencia del plástico, utilizadas en la fabricación de resinas
para acabados del exterior de vehículos, y las que modifican propiedades
ópticas de algunos materiales que se utilizan en cosmética.
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